Los catastros y censos han sido parte importante del Estado a lo largo de los siglos. A la hora de hablar del Catastro de Ensenada, no es necesario realizar una actualización catastral en Huesca. Iniciado en 1749 a propuesta del ministro de Fernando VI, Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, el catastro buscaba conocer de manera exhaustiva cómo eran las poblaciones de la Corona de Castilla.
Importaba conocer tanto la geografía del lugar como la economía. Se realizó un cuestionario con 40 preguntas para echar luz sobre las propiedades, que eran divididas en parcelas, y su contenido. Además, sirvió como indicador demográfico de los territorios de Castilla.
Si se hiciera una actualización catastral en Huesca no se podría obtener información del Catastro de Ensenada. Huesca pertenecía a la Corona de Aragón y, pese a que las coronas de Aragón y Castilla se habían unido con el matrimonio de los Reyes Católicos siglos atrás, tan solo interesó Castilla.
Para su fácil manejo, el catastro se dividía en secciones: Respuestas Generales, Respuestas Particulares, Memorias, Estados, Cabezas de Casa etc. No diferenciaba entre estamentos, es decir, afectó tanto al humilde campesino como al noble de más alta cuna e incluso al clero.
El Catastro de Ensenada venía a preceder a una reforma fiscal en profundidad del reino. Las rentas provinciales serían eliminadas y sustituidas por un solo impuesto de carácter tanto universal como proporcional a la riqueza. A los individuos, en un intento de mayor precisión, se los dividía por edad y sexo.
El inicio de las actividades fue 1750 y el proyecto cesaría en 1779. Hoy día, el Catastro de Ensenada es una gran fuente de información demográfica, social, geográfica y económica para los historiadores de la Edad Moderna.
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